“Diario de una aprendiz” CAMPAMENTOS

Durante la última semana de febrero hemos vivido con intensidad el campamento de la semana blanca. Muchas horas, muchos niños, muchas vivencias y como consecuencia muchas emociones. Personalmente el campamento ha resultado una lucha entre el querer estar al 100% y el cansancio. Una atención a los niños y niñas contínua resulta un esfuerzo mental enorme y mucha capacidad de resolución de imprevistos. Ha sido tan enriquecedor que todavía, mientras escribo, estoy procesando el aprendizaje.

Para empezar, poder convivir durante tantas horas con niños y niñas en grupos reducidos resulta un regalo si lo que quieres es poder conocerlos en profundidad y crear una relación de confianza. Los niños, como los adultos, crean desde muy chiquis un personaje que muestran a las demás personas. Sin embargo, en ellos es más fácil desenmascararlo y ver algo real. De esta forma, hemos ido conociendo fortalezas, miedos, capacidades o niveles de autoestima. Además, el campamento es un escenario ideal para comprobar las habilidades sociales de los niños y niñas. Entre ellos se crean lazos de ayuda y también conflictos, pero sobre todo compañerismo.

Algo que he podido descubrir durante esta semana es la facilidad con la que un niño o niña puede introducirte en sus propias espirales y llevarte por los caminos que él o ella decida. Ellas y ellos son pequeños expertos en averiguar tus debilidades e intentar explotarlas, yo quiero aprender a evitar esto mismo. Lo idóneo sería que nuestros niños y niñas entendiesen que no es necesario manipular a las personas para conseguir lo que necesitan, que desde el diálogo y la comprensión se puede llegar mucho más allá. Aunque en el plano práctico esto es difícil de comprender creo que sigue siendo primordial tratar de transmitirlo y normalizar una comunicación directa y sincera como base para todo lo demás. Así pues, yo como educadora debo aprender a no hundirme en las rutinas y dinámicas de quien acuda a mi, yo debo ayudar a las personas a flotar y salir de ahí, no hundirme hasta el fondo y quedarnos los dos atrapados.

Yo soy Maite, estudiante de 4º de Pedagogía. Por unas cosas y por las otras, he llegado a ser una aprendiz de las educadoras de Káeru. Soy una alumna en prácticas, oyente, y, de momento espectadora. Siento que lo aprendido en la carrera es a veces esencial, otras veces innecesario o repetitivo y, casi siempre, totalmente ajeno y lejano a la realidad del alma del aprendizaje. Por ello, ahora mismo me siento totalmente agradecida de que me acojan en Káeru para enseñarme un nuevo camino de ideas, conceptos, formas relacionales y, sobre todo, espíritu de enseñanza. Rakel, me ha ofrecido plasmar esta vivencia en un formato de diario o blog. Ello me va a ayudar a estructurar el volumen de aprendizaje que vaya adquiriendo y, también, a explicar a todas las personas que se acerquen a mi qué es Káeru y qué podemos aprender aquí.
2020-03-11T14:11:21+02:00